domingo, 13 de marzo de 2016

El Mundo de... Kimberly Kubus


Ya no recuerdo la última vez que publiqué uno de estos especiales, y a decir verdad, pocas personas han tenido el placer de merecerse un rincón en este blog, que recoja no sólo su vida, sino también su obra.

Hace unos dos años, hablábamos por aquí de Biggt, aquel gran desconocido para la mayoría de usuarios de internet, que me cautivó personalmente con Lu Pei's Dream y Uin, un juego que incluso llegó a tener una entrada dedicada hace relativamente poco.

Tanto él como Kikiyama, el autor de Yume Nikki, nunca volvieron a aparecer por Internet, ocultos a ojos del resto del mundo debido a razones que sólo ellos mismos conocen, así como también hizo una de las personas cuyas obras me incentivaron a crear este blog: Hondo, al que le dediqué la primera entrega de esta curiosa saga a la que yo mismo llamo "Mundos".

Esta es, quizás una entrada que muchos prefiráis ignorar, sobre un hombre que posiblemente no conozcáis, creador de juegos a los que seguramente nunca lleguéis a jugar, con una historia trágica de la que generalmente nadie haya oído hablar y con un destino que muchos quieran olvidar.

Pero no importan los hechos que le ocurran a un extraño, pues a través de los meses y los años, nunca serán más que sucesos ajenos, perdidos entre pensamientos mucho más amenos, y solo diferenciando al más extraño desconocido, será posible contemplar la proximidad de lo ocurrido.

Es posible que para vosotros este hombre no sea nada más que un extraño, pero sabed antes de leer esta entrada, que para mí, su nombre es Kimberly Kubus.

Desde el infierno de los videojuegos indie, muchas son las obras que consiguen ascender hacia la realidad, manteniéndose en el limbo entre el olvido y la fama, y dejando atrás cientos, incluso miles de juegos que, sea debido a unas u otras razones, nunca consiguen salir del nicho en el que fueron creadas.

Este era el caso de Kimberly Kubus, un hombre (o mejor dicho, un chico) de apenas veinte años, que siempre se mantuvo dentro del gran nicho de los videojuegos indie, desterrado forzadamente por sus propios juegos, carentes de todo tipo de sentido y estética, utilizando personajes dibujados con primitivas herramientas de dibujo digital y un diseño de niveles que haría llorar al propio Miyamoto.

Posiblemente, el ejemplo más parecido a los juegos de Kubus sea uno de los primeros juegos de Biggt, aquella amalgamara de personajes y colores tan caóticos, eclipsada únicamente por una jugabilidad muy simplista. Aspectos que provocaban que más que un juego pareciera en realidad una triste parodia de ellos mismos, convirtiendo el placer de jugar en una frenética carrera por acabar de hacerlo y no morir asqueado en el intento.

Efectivamente, Kubus es uno de aquellos autores que evitaba a toda costa las críticas de otros jugadores, manteniéndose indiferente en cuanto a muchas de las metas que todos los desarrolladores suelen ponerse alguna vez: Fama, dinero, experiencia o autorrealización. Kubus no buscaba nada de eso, y seguía diseñando un día tras otro, incentivado por el puro placer de seguir con su hobby.

Al final de su carrera, Kubus acabó desarrollando más de 170 juegos, cada uno manteniendo en su interior la esencia que los hacia tan especiales, muchos de ellos olvidados en oscuras páginas web y entregados a amigos íntimos que aligeraban un poco su carga. (Os dejo la lista de sus juegos más completa que he encontrado: http://tig.wikia.com/wiki/Kimberly_Kubus)

Y si de entre todos ellos, nos quedásemos con el más especial o importante, este no sería un juego, sino una saga entera de ellos. La saga de Johnny, o como se acostumbra a apodarla en Internet, The Johnny Series, es quizás la saga de juegos más personal de Kubus, albergando más de treinta títulos tan difíciles de digerir como la pornografía de jubilados, y con un diseño tan simplista que muchos de sus personajes recuerdan a bocetos dibujados por niños no mayores de cinco años.

Caracterizado por su larga nariz, Johnny atraviesa mundos surrealistas armado con una pistola mágica de balas infinitas y una velocidad de disparo anormalmente rápida, sin ningún tipo de objetivo ni misión. Juego tras juego, Johnny avanza, acabando con toda una multitud de seres que difícilmente parecen haber sido elaborados concienzudamente, algunos incluso con un diseño más simple que el propio protagonista, que ya es decir.

Entre los aspectos más destacables de Johnny se encuentra la habilidad de reducir su tamaño considerablemente en cuestión de segundos, una ventaja que le ayudará a esquivar balas y sortear las diferentes plataformas que necesitará atravesar para llegar hacia su destino, cualquiera que éste sea.

Todos y cada uno de los juegos que forman The Johnny Series se resumen en disparar, evitar que las balas o los propios enemigos toquen a Johnny, y saltar sobre plataformas hasta llegar al final de la fase, donde siempre encontraremos un checkpoint desde donde empezar de nuevo si destruyen a nuestro protagonista. Al final de cada juego nos encontraremos con unos créditos repentinos que conseguirán ser el único incentivo que tendrá el jugador corriente para acabar con todos los enemigos y llegar hasta el final.

The Johnny Series, pináculo del desarrollo indie.

No importaron jamás las críticas que recibiese al desarrollar cada uno de sus juegos, así como tampoco importó nunca la opinión del público que los jugaba, un público que muchas veces se veía obligado a abandonarlos repentinamente al encontrar caminos sin salida en muchos de sus juegos, errores incapaces de sortear debido al terrible diseño, obligando al jugador a usar bugs internos para llegar hasta su final.

Pero lo importante aquí no es centrarnos en las opiniones que dichos juegos pudieran generar en el público, o en una elitista cúpula de jugadores amantes del arte moderno, sino en el propio Kimberly Kubus, al que parecían resbalarle por completo las opiniones ajenas a la suya.

A lo largo de toda su vida, Kubus siguió desarrollando, siguió manteniendo día tras día su hobby, que al fin y al cabo era lo que le hacía realmente feliz.

Los que conocían a Kubus lo definían como una persona ausente, muy metida en sus asuntos, introvertido y muy imaginativo, ya que sólo a sus amigos más cercanos contaba las extrañas aventuras que su mente creaba, tan propias de él mismo como de niños que aún no han perdido su inocencia más innata.

Sus sueños eran un tema de conversación muy típico en su persona, pues según él, soñando era la única manera por la cual Kubus decía sentirse realmente vivo, una afirmación a menudo acompañada de extrañas historias sobre personajes que le hablaban en sus propios sueños o que él mismo se inventaba, y que le hacían llegar a pensar más de una vez que su vida onírica era su verdadera vida real, dando un giro de 180 grados a lo que la mayoría de personas están acostumbradas a pensar.

Desde un autismo más que debatible, Kubus plasmaba sus extraños personajes en cada uno de sus juegos, de la manera que él únicamente sabía mediante simples técnicas de diseño y los únicos mecanismos que encontraba a su alcance. Al cabo de cierto tiempo, varias personas declararon haberle conocido alguna vez, incluido el creador de Revenge of the Sunfish, un juego que parece seguir los esquemas de Kubus.

Si estáis interesados en él, en la misma página web de Revenge of the Sunfish hay una dedicatoria algo extensa sobre Kubus y sus juegos, revelando también partes de la vida de Kubus y la estrecha (todo lo estrecha que podría ser para una persona como Kubus) relación de amistad que mantenían.

Un texto muy interesante si queréis saber más de este tema y de su gran cantidad de juegos desarrollados. Os dejo a continuación el enlace: http://www.revengeofthesunfish.com/Kubus.html

Sinceramente, no tengo ni idea de a qué juego pertenece esta imagen.

Kinberly Kubus cometió suicidio hace relativamente poco, en mayo de 2014, y su pérdida no tuvo repercusión alguna, sólo en sus familiares, amigos y conocidos, como suele ocurrir con la gente corriente. Sin duda alguna, y aunque su muerte no plasmara las grandes páginas de la prensa del videojuego, aquel fatídico día el panorama del desarrollo amateur sufrió una baja muy importante, no a niveles indie, o de juegos de bajo presupuesto, sino más bien en su esfera más básica, formada por desarrolladores sin la ambición, las habilidades o el presupuesto necesario para conseguir grandes juegos, y con una única motivación: El más puro deseo de hacer videojuegos por el placer de hacerlos y de divertir o entretener a todo aquel que quiera darle una oportunidad al creador y experimentar su obra.

Hoy en día, los juegos de Kimberly Kubus pueden encontrarse aún en Internet, algo ocultos a ojos de los usuarios corrientes, y que, en alguna parte, siguen esperando a que algún jugador atrevido se acuerde de su autor y consiga el valor de darles una oportunidad, a pesar de la gran cantidad de fallos, bugs y malas decisiones en cuanto a su diseño. Juegos sencillos, pero todos ellos creados con un amor inocente que sólo los juegos más simples son capaces de transmitir, creados no por alguien de renombre, sino por un hombre corriente con un pasatiempo también muy corriente.

6 comentarios:

  1. Entiendo tu punto, pero no termino de compartirlo. Igual es que me he levantado especialmente cínico, pero... ¿por qué habríamos de tener en cuenta a este caballero? Sí, hacía juegos por el placer de hacerlos y su vida tuvo un final trágico, pero se pueden hacer títulos con amor y pasión sin por ello convertirlos en aberraciones que dependen de bugs para que el jugador pueda terminarlo. Realmente, ¿por qué esta persona sí merece nuestro recuerdo y no otras tantas que también terminaron suicidándose pero que en lugar de sacar juegos compulsivamente se dedicaban a pintar cuadros día si y día también? ¿Deberíamos acaso recordar a todo el mundo solo por el hecho de suicidarse y buscar entre su vida algo que lo hiciera especial? ¿Todos somos magníficos copos de nieve especiales y únicos? No sé, no termino de ver ninguna de estas opciones.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No digo que merezca vuestro recuerdo ni sea alguien especial, o que su muerte me haya calado muy hondo y por ende decida que todos y cada uno de vosotros debáis mostrar pleitesía a este señor. Al contrario, era un tipo corriente con un hobby corriente, y de hecho, los juegos que hacía eran una completa basura, por lo que no existe razón alguna para que lo recordéis.

      Mi intención con esta entrada es dejar aquí un pequeño recordatorio personal, ya que me parece envidiable la capacidad que tenía para ignorar las críticas y en general, seguir creando sus propias idioteces de una manera tan perseverante.

      ¿Podría haber escrito una entrada sobre otros desarrolladores que también hagan videojuegos por el placer de hacerlos? Pues sí, claro que sí. Ahí tienes a Biggt, a Hondo, al panorama indie en general, que acostumbra también a salir bastante por este blog, y a muchos más que vendrán más adelante, incluso Jack King Spooner, Cactus o John Chowder, el creador de Middens y Gingiva.

      Podría haber escrito sobre todos ellos, y de hecho, lo haré o ya lo he hecho en algún momento, porque creo que deberían tener un poco más de publicidad y me gustaría aportar mi granito de arena, así como al cabo de unos años, pasarme por este blog y acordarme de todos ellos.

      De toda la entrada, me gustaría que os quedárais con la idea de que fue un chico perseverante, amante de lo que hacía y que ignoraba completamente la repercusión que sus juegos pudieran llegar a ocasionar, sabiendo que pocos tendrían el valor de jugarlos alguna vez de lo malos que eran.

      Su muerte aquí toma un plano secundario, ya que como bien has visto, no es mencionada hasta el mismo final de la entrada, sin necesidad de darle demasiada importancia y únicamente argumentando que, de acuerdo, fue fatídica, pero para toda su familia, amigos y conocidos, ya que era un chico de muy corta edad. Sus motivos para llegar hasta ese triste desenlace me son desconocidos, y tampoco deberían ser importantes para vosotros, ni os pido que lo recordéis como un mártir o un héroe de causas perdidas. Lo siento si he dado esa impresión, pero no era mi objetivo.

      Es posible que tanto este chico como una persona que se dedicara a pintar cuadros día sí y día también se merezcan una entrada en este blog, pero de momento me gustaría seguir dentro del marco de los videojuegos, si me lo permitís.

      Eliminar
  2. Esta entrada me recuerda a la historia de Harry Horse, creador del videojuego Drowning Gods. También se suicidó, aunque en circunstancias más escabrosas. Echale un ojo a su historia y también al juego que hizo, si es que no lo conocías antes, seguro que lo encuentras de interés.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es curioso, porque empecé a jugarlo hace unos días. No sabía nada de su creador, así como tampoco de su suicidio, pero sin duda me informaré cuando lo acabe. Gracias por el dato, realmente es muy de mi interés.

      Eliminar
  3. Me recordó a los "train wrecks", o sea, los juegos hechos por el placer de hacerlos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que algún juego de Kubus hay en Glorioustrainwrecks, pero creo que no hay ningún usuario que haya creado tantos juegos como Kubus. Quizás me equivoque, pero es difícil superarle con tanta cantidad de juegos creados. (Aunque sí, sean todos una mierda)

      Eliminar